Recientemente el director del FICEB ha publicado una entrada en su blog donde comenta su desagrado ante un detalle muy habitual en las producciones porno actuales: los faciales. Según su parecer esta práctica es humillante para las chicas y solo se justifica desde el punto de vista de aportar una prueba física conforme el actor se ha corrido.
En un considerable esfuerzo de reflexión no he sido capaz de hallar un argumento que justifique por qué una eyaculación en la cara me parece más excitante que en otras partes de la anatomía femenina (supongo que será algo relacionado con la expresión facial de las actrices). Quizás el quid sea que yo, al contrario que Juli Simón, no tengo una relación tan personal con las actrices y todo ello lo veo desde un punto de vista más objetivo.
En lo que si tengo que darle la razón es en que, de un tiempo a esta parte, parece que hay como una imposición de que es ahí donde debe terminar el lechazo, y eso ya no mola tanto. No son pocas las actrices las que, cuando ven venir el chorro, aprietan tanto los labios que parecen estar sellando sus bocas al vacío. Si os fijáis, en esos casos la actriz después acostumbra a refregarse la chorra del actor por su cara; no os engañéis, no es que sea una juerguista, se está quitando disimuladamente el exceso de esperma. Entonces, si la actriz no se siente cómoda ante esta situación y yo (como espectador) me doy cuenta, ¿cual es el objetivo de hacerle pasar un mal rato?.
Recapitulando: faciales si, pero siempre consentidos y con la debida consideración. En el fondo es una cuestión de buenas formas: si te invitan a su casa a comer no vas y te cagas sobre el mantel, ¿verdad?. Pues cuando una chica accede a que le estuquéis la cara al gotelé, lo hace altruistamente porque sabe que eso os va a poner burracos, no porque a ella le dé algún tipo de placer sentir todo el pringue resbalando por sus mejillas. En estos casos, qué menos que ser agradecido y apuntar al sitio correcto.
Y en el porno igual. Mejillas, labios e interior de la boca (tragarlo es opcional) son zonas políticamente correctas. El resto ya incluyen connotaciones de vejación. Porque ¿a quien le excita ver como alguien se corre sobre la frente de una chica?. Y no me refiero a esas corridas que acaban ahí por la potencia del lefazo, me refiero a esos que se colocan detrás de la cabeza en plan traicionero y les depositan un triste chorrito por encima del flequillo. ¿Acaso Txumari Alfaro ha dicho que el esperma sea un remedio cojonudo para el acné?. O las corridas en el pelo… ¿dónde está la gracia aparte de en saber que la chica puede acabar teniendo que raparse porque no es capaz de desengancharse el mejunje?.
Tampoco le pillo el punto al tema de las corridas en las gafas. Una cosa es que Eva Angelina rompiese una lanza en favor de las actrices miopes (cosa que, como antiguo portador de anteojos, me llena de gozo). Otra es que a raiz de eso se haya generado todo un subgénero en el que el objetivo no es otro que depositarles la lefada sobre las lentes (joder, con lo caras que son). O sino el más dificil todavía, las corridas… ¡¡en el ojo!!. Me pregunto quién sería el enfermo al que se le ocurrió la idea, con la cosica que da…
Y para terminar, igual me lincháis, pero tampoco soy muy amigo de los bukkakes ni sus derivados. ¿En serio os pone ver cómo una chica se bebe un bol lleno del esperma de cincuenta tíos?. Igual es que en el fondo soy demasiado convencional o quizás, como diría el sargento Murtaugh en ‘Arma Letal‘, es que: ‘soy demasiado viejo para esto‘