Experimentando la Realidad Virtual con Virtual Taboo

La Realidad Virtual, ese concepto tan de ciencia ficción que parecía que nunca tuviese que llegar, hace tiempo que aterrizó entre nosotros. Y lo mejor es que disfrutarla está al alcance de cualquiera, simplemente basta con tener un smartphone decente y unas Google Carboard (un visor de cartón plegable con dos lentes convexas que incluso te puedes fabricar tú mismo si eres lo suficientemente mañoso). En nuestro caso, tras experimentar un tiempo con las virtudes de la Realidad Vitual en su versión más económica, el pasado verano decidimos invertir en unas Samsung Gear VR. Aparte de una considerable mejora en cuanto a calidad del aparato en sí, las Gear VR se diferencian de otros modelos más baratos porque el smartphone va físicamente conectado a un puerto mini USB, lo cual permite una mayor interacción con las apps. ¿Lo malo?. Que este dispositivo solo es compatible con algunos móviles de la gama alta de Samsung.

Y aquí me tenéis ahora, atrincherado en mi despacho con las gafas de buceo puestas, los pantalones en los tobillos y provisto de porno hasta las cejas por cortesía de Virtual Taboo (porque no pensaríais que íbamos a usar el invento para otra cosa, ¿no?). Si nunca os habéis encasquetado un cacharro de estos, el porno VR vendría a ser un batiburrillo entre el POV (primera persona), el 3D y un campo visual que puede alcanzar hasta los 360º. El cerebro se encarga de rellenar los huecos. Es decir, en todo momento sabes que lo que estás presenciando no es ‘real’, que solo miras una pantalla, pero cuando se te planta delante Susy Gala y te ofrece los dedos para que se los chupes, tú instintivamente abres la boca (true story).

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Tras deleitarme un rato con el espectacular cuerpo de Susy Gala y ya con toda la sangre acumulada en la misma región de mi cuerpo, decido probar un vídeo que me han recomendado encarecidamente: un lésbico entre Silvia Rubí y la rusa Ally Breelsen. Cuando las chicas aparecen frente a mí la distancia que nos separa es anormalmente reducida, no sé diferenciar si las tengo delante o directamente encima, pero mola (y mucho). Tras unos veinte minutos viéndolas retozar ocurre algo inesperado, de repente miro hacia abajo ¡y tengo coño!. He pasado de ser una entidad incorpórea a poseer el cuerpo de Silvia Rubí. Intento mirarme las tetas pero la imagen pierde nitidez si fijo la vista en los extremos de la pantalla. Algo parecido ocurre cuando Ally Breelsen me acerca demasiado su rostro; la distorsión me saca temporalmente de la experiencia pero, aún así, se me pone la piel de gallina y juraría que he notado su aliento. Coincidiendo con que la bella rusa acaba de correrse encima mío, aparece en pantalla un aviso que me recomienda amablemente dejar reposar las gafas. Toco el móvil y está caliente como el infierno. Mientras dejo que se repose el hardware aprovecho para buscar mi próxima presa en el considerable repertorio de Virtual Taboo.

Después de un solo y un lésbico me apetece algo diferente y llego hasta una escena protagonizada por Joel Tomas y Alexa Tomas, sin embargo, tras ojear el trailer, compruebo que la acción está rodada desde el punto de vista de Alexa Tomas. Me parece genial que la web contenga este tipo de variedad pero, sinceramente, no me veo capacitado para soportar una penetración de Joel Tomas aunque sea simulada. Finalmente me decanto por un anal protagonizado por Tina Kay y Sylvan en una perspectiva más ‘convencional’.

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Mi torso blando y paliducho se ha musculado por arte de magia. Miro a la izquierda y tengo recostada junto a mí a la bella lituana pidiendo guerra. Cuando me retira el pantalón un pene erecto me apunta directamente a la cara, lo cual me resulta un tanto perturbador al no reconocerlo como propio. Curiosamente, a pesar de que Tina Kay es una mujer tremendamente atractiva y pone mucho empeño en hacerme una mamada, la situación no me parece especialmente excitante y entonces caigo en la cuenta de que la Realidad Virtual ha alterado mis gustos; aquello que me pone en 2D no necesariamente lo consigue en VR y viceversa. Sin embargo uno no es de piedra y cuando Tina Kay aparca su culo sobre mi cara, lo gozo como si no hubiese un mañana.

¿Es la Realidad Virtual el futuro de la pornografía?, me pregunto semi enterrado entre una montaña de kleenex sucios. Según Marcos López, director de Virtual Taboo, es muy probable que en un plazo de cinco años todos los hogares del mundo dispongan de una de estas gafas, sin embargo el porno en VR no ha llegado para reemplazar el 2D sino más bien para complementarlo. A fin de cuentas la Realidad Virtual es una actividad que se disfruta en solitario (las gafas te aíslan del entorno) por lo que para consumir porno en pareja o grupo siempre será preferible el sistema tradicional. A esto solo faltaría añadirle nuestras conclusiones: pese a que se trata de una tecnología con mucho margen de mejora, es algo interesante y diferente que todo mortal debería probar antes de abandonar este mundo.

Hacednos caso porque realmente vale la pena.

Agradecimientos especiales a Marcos López | Virtual Taboo