Para nuestra última entrevista del año nos hemos reunido con una de las actrices que más pasiones desata entre los aficionados, una rubia de curvas infartantes que no requiere de presentaciones. Nacida en Buenos Aires, en septiembre de 1988, Blondie Fesser se recuerda en su infancia como una niña dicharachera que disfrutaba disfrazándose y haciendo reír a sus compañeros. Criada en el seno de una familia humilde, de padre carpintero y madre profesora, desde muy joven comenzó a manifestar inclinaciones artísticas pero la delicada situación económica por la que pasaban los suyos la obligó a renunciar a sus aspiraciones en la música para centrarse en necesidades más terrenales. Estudió para tripulante de cabina y más tarde para auxiliar de veterinaria mientras trabajaba de lo que surgiera pero, cuando tras la muerte de su padre la situación en casa se volvió insostenible, se enamoró de un vasco al que conoció por Messenger y se vino a España con solo veinte años. Esa decisión resultó no ser tan acertada, dado que durante el siguiente lustro vivió una relación que hoy define como hiper tóxica. Anteriormente Blondie Fesser ya había flirteado con el mundo erótico subiendo fotografías suyas a Internet, pero fue durante esa época en la que comenzó a planteárselo como salida laboral, primero rodando algunas escenas soft bajo pseudónimo en Reino Unido y posteriormente en España donde, ya soltera, hizo su debut oficial con Torbe. En los seis años que lleva activa en la industria ha trabajado para estudios como DDF Network, TeamSkeet, Private, Cumlouder, BaDoink, Bangbros, Evil Angel, Mofos, Fakehub, Porndoe/LetsDoeIt, Brazzers, Reality Kings o Legal Porno, entre muchos otros. En la actualidad ejerce también de webcammer además de producir sus propias escenas que comercializa en plataformas como Onlyfans o Manyvids.
Pero Blondie Fesser es mucho más que una delantera imponente y un culo que desafía todas las leyes de la física. Divertida, impulsiva y un poco loca, aunque con la cabeza bien amueblada, se trata de una mujer de armas tomar a la que la vida le ha enseñado a no dejarse guiar ciegamente por su corazón. Una enamorada de los animales que convive en su domicilio con cinco conejos a los que considera parte de la familia y que disfruta de su tiempo libre viendo películas que le suban la adrenalina además de dejando salir ocasionalmente su alma rockera.
LGU: ¿Por qué decidiste entrar en el porno?
BLONDIE: A mí siempre me gustó romper las reglas y de alguna manera lo he hecho. Cuando era pequeña en la escuela se reían un poco de mí porque tenía el culo grande y yo me sentía fatal, usaba pantalones súper anchos. Cuando cumplí dieciocho, salí a buscar trabajo y ahí me encontré con el mundo. La gente me miraba y me decía cada cosa… Me acuerdo una vez que un taxista me dijo «Nena, ¿qué hacés buscando trabajo con ese culo?. Vos tenés que ser modelo» y yo no lo entendía porque todas las modelos que conocía eran flacas y altas. Luego comencé a mostrarme un poco en una página de allí que se llamaba ‘Las Chicas del Gordo’ y ahí recibía un poco de feedback de la gente. También te digo que cuando una está un poco sola, tienes problemas familiares y tal, es muy común psicológicamente en las mujeres buscar aceptación o amor de esa manera: mostrando las tetas. Me acuerdo que andaba por el Messenger y me decían los hombres «Ay, qué guapa eres. Muéstrame las tetas» y yo se las mostraba [risas].
Cuando vine a España estuve en una relación hiper tóxica y lo peor es que no era consciente de ello. Estuve a punto de morirme. Ahí fue la primera vez en mi vida que pensé que soy mucho más fuerte de lo que creo. No sabia qué hacer y dije «Pues vamos a mover el culito, que es lo que se me da bien». Lo estuve pensando tres años, sin exagerar. «¿Lo hago?, ¿no lo hago?, ¿triunfaré?, ¿es un producto vendible?». Mandé e-mails a Cumlouder y a Torbe. En las circunstancias que estaba, yo me tenia que escapar del País Vasco. Encima tenía dos conejos, me preocupaban mucho ellos. Entonces, el que me dio más confianza fue Torbe. Me dijo «Quédate en mi casa. Hay más chicas. Desde el momento uno podemos hacer webcam y ganas dinero». En esto Torbe me ayudó muchísimo y fue como bastante familiar.
Tenía entendido que comenzaste haciendo algo más soft
En 2010 vivía en Londres con el que era mi pareja, con el que vine a España. Estaba tramitando mis papeles y me tardaban, me los rebotaron dos veces y a la tercera los aceptaron. Pero claro, en ese periodo yo estaba trabajando ilegal. No tenía dinero, no sabía qué hacer y contacté con un productor en Argentina. Le dije «Quiero ser actriz pero estoy en Londres» y el chavón mandó un montón de e-mails a productores pequeños de Inglaterra. ¡Qué buena onda ese pibe!, no sé qué pasó con él pero me re-ayudó y además me dijo «¡Sos la bomba, dale!» [risas]. Fueron tres escenas muy soft con otro nombre y luego no hice más nada. Yo estaba entonces en una situación muy complicada…

¿Qué es lo que más te gusta de esta profesión? ¿Y lo que menos?
Me encanta disfrazarme. Me encanta poder ser muchas personas a la vez. Creo que lo que más me gusta es actuar, meterme en un personaje, los momentos en los que me han dado papeles que tenía que estudiarme o meterme ahí, enfadarme o llorar. He llorado dos veces. Hace poco fui a Holanda a rodar y le dije al productor «Si quieres que llore, yo lloro» y me largué a llorar que flipas [risas]. Lo que más complicado puedo llevar es el tema de que la gente realmente se crea los personajes. Porque a mí me gusta mucho exhibirme, me gusta mucho provocar y la seducción pero soy una persona súper respetuosa. Con mi familia, mis amigos, las parejas que he tenido… No soy ninguna loquita, a eso me refiero. Y la gente sin embargo se piensa que esto es…
¿Te has planteado alguna vez hacer algo en cine convencional o televisión?
Sí, lo que pasa es que creo que los actores de teatro y de cine convencional juzgan mucho a los actores de cine adulto. Y aquí voy a hacer un inciso y voy a decir que la mayoría de los actores de cine adulto no han estudiado interpretación. Es lo mismo que una persona que ha estudiado psicología y yo que hablo de psicología porque me gusta y he leído libros. Pero hay gente dentro de la industria que está muy capacitada, y hay gente que ha hecho cursos, ha hecho esto y lo otro, y se les da bien. Muchos actores normales lo ven como un poco sucio, como «No me llegas ni a los talones». Es difícil.
¿Qué características tiene que tener un proyecto para que decidas participar?
Primero, que esté bien organizado. No puedo con cosas que no están bien organizadas y que no son profesionales porque sino parece que adopte un papel de líder cuando ni siquiera me están pagando por ello. Me pone de los nervios. Las cosas bien ordenaditas y bien organizadas. Y luego me gustan los proyectos elaborados, que tengan un script, que tengan un fondo. Por ejemplo, a mí ahora me gusta el cosplay y me gusta estudiar bien el personaje, las muecas… todo. Y estudio cuál es la historia de ese personaje, qué le pasó, por qué llegó a ser así. Así puedes interpretarlo mejor, que es lo que hacen los actores.

¿Cuál es la mejor experiencia que recuerdas en un rodaje?
Tengo muchas [risas]. Me acuerdo que una vez grabé para Liz Rainbow una película que hizo con varias escenas llamada «Liz in Wonderland». Yo hacía de Conejo Blanco y estaba como loca. Fue muy divertido. Fuimos al Laberinto de Horta, saltando casi me tuerzo el pie y me mato por ahí porque, claro, tenía que dar brincos, ¡el conejo estaba estresado!. La otra meando en una tetera… [risas]. Mucha locura. En el estudio de Minerva también hicimos una secuencia con la Reina de Corazones y me metieron en una jaula. Me encantó. Yo no tengo jaulas en casa, a mis conejos los tengo sueltos, pero me encanta que me metan en una jaula [risas].
¿Y la peor?
Desde luego la peor fue una que hice en mis principios. Una cuando no sabe, quiere caer bien y quiere que la llamen, a veces se puede sentir presionada. No digo que la culpa fuese 100% de ellos, también fue mi culpa, pero me forzaron a hacer cosas que no debería haber hecho. Y en parte me da bronca por mí y por ellos, porque ellos ya estaban en la industria, productores, directores que deberían de saber muy bien lo que es el consentimiento y ver si la persona realmente quiere hacerlo o lo hace por quedar bien. Porque yo me doy cuenta. De hecho ahora ruedo con actrices para mis producciones y siempre les pregunto «¿Estás bien?. ¿Estás cómoda con el papel? ¿Hay algo que no quieras hacer?». Esto se habla. No somos robots, somos personas.
¿Qué no harías nunca en una escena? ¿Dónde está tu límite?
Tengo muchos límites pero porque tengo muy claro lo que quiero y lo que no quiero. No haría nada en una escena que no hiciese en mi vida privada. Me refiero a que por dinero no haría nada que a mí no me gustase. De hecho he dejado de hacer ciertas cosas y se me ha criticado mucho por ello, pero me da igual. Por ejemplo, he dejado de hacer anal. Al principio hacía anal porque estaba muy loca pero luego me di cuenta que me sentía mal. Y la gente dice «No te gusta más el anal» y no estoy diciendo eso, estoy diciendo que no me gusta hacerlo en escenas, con gente que no conozco y con la que no tengo un vínculo. Es como que tampoco dejaría que cualquiera me metiera en una jaula o me diese un azote. Yo no me dejo por cualquiera.

¿Cuál es la lección más valiosa que has aprendido en este trabajo?
He aprendido tanta cosas… Estar en esta industria te hace ver las cosas de otra manera. Muchas veces la gente te juzga, piensan muchas cosas que para nada son así. Siempre he sido bastante humilde. Hay quien me decía «Cuando seas famosa se te va a subir» y yo les decía «Relájate». Antes era bastante cerrada, era muy loca pero muy cerrada con respecto al sexo. Por ejemplo, ¿un tío que le gusta que le metan un dedo en el culo?. «No, no. Seguro que es gay» decía yo, «Seguro que luego quiere que me ponga un strap-on». Ahora soy más abierta para muchas cosas, incluso con el BDSM. He descubierto cosas que no sé si llevando una vida normal -tal vez sí- hubiera experimentado. O ir a sitios swinger y cosas así, que luego vas y no pasa nada, pero como que me daba un poco de respeto.
¿Qué opinas sobre las etiquetas en el porno? ¿No te hace sentir encasillada?
Sí, pero creo que al final tenemos que diferenciarnos de alguna manera. Las etiquetas sirven para eso, para diferenciarme de otras chicas y que la gente pueda encontrarme más fácil. Es como un bufet donde tú buscas lo que quieres. Yo estoy considerada MILF y me encanta, es una de las etiquetas más buscadas. A parte te voy a decir otra cosa, he hecho escenas de mamá -sin yo ser mamá- y la verdad es que me han ido muy bien. Esas escenas me venden mucho.
¿Cómo crees que la situación con el COVID va a influir en la industria del porno?
Creo que ya está afectando. La gente está racaneando a tope, hay mucha más piratería y los precios hay chicas que -cada uno tiene una estrategia de marketing diferente y en eso no voy a entrar porque cada uno maneja su negocio como cree conveniente- pero hay gente que prácticamente regala su contenido. Todo el mundo tiene Onlyfans, todo el mundo está trabajando para ellos mismos. Por supuesto hay gente que sigue rodando para otras productoras, yo estoy haciéndolo pero solamente hago lésbicos y solos. Antes no habían estas plataformas y ahora es un «Yo me lo guiso, yo me lo como». A mí me gusta tener un control del contenido y a parte hago lo que quiero y como quiero. Es más trabajo, pero bueno.

¿Te gusta la relación con tus seguidores ahora que estas plataformas permiten mayor privacidad e interacción?
Sí porque creo que me ven como más humana. También hay que aguantar más porque hay cada uno por ahí que menos mal que están detrás de una pantalla porque sino no lo contarían. Encima con la mala hostia que tengo yo [risas]. Pero está bueno que pueda hablarles así, me gusta. Hay gente también muy bonita, muy linda. También hago webcam y me encanta porque es live show, es streaming, soy yo. No estoy interpretando un personaje, puedo mostrarme como soy y a veces te cuento algún chiste, a veces me enfado, a veces te mando a tomar por culo y a veces me pongo a cantar Madonna con un dildo. A veces también muevo el culo. Me encanta, hago lo que yo quiero.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiera imitar tus pasos?
Que se lo piense bien. Al final esto es un negocio y es un negocio en el que vas a utilizar tu imagen. Ese es el producto. Tienes que pensar bien los pros y los contras, si es un producto vendible… Y sobre todo hay mucha gente que piensa «Soy bonita, me meto en el porno» o «Tengo la polla grande, me meto en el porno» y no tiene nada que ver. Luego es muy importante que, si en algún momento quieres dar marcha atrás, ¿qué pasa?, ¿qué harías?. Porque ese es el problema con la gente que no ha continuado en la industria, cogen trabajos normales y luego tienen problemas porque lamentablemente la sociedad es una puta mierda.
Al estar tan habituada al sexo, en tu intimidad ¿hay otras cosas a las que les de preferencia?
Sí, por supuesto. Y sobre todo voy a decir esto porque en la era en la que vivimos somos putos robots. Nos conocemos, follamos, todo como robots. Está todo robotizado. Yo valoro muchísimo las relaciones con las personas de verdad, las personas reales, esa que la ves y dices «Es auténtico». También me gusta mucho dormir y comer [risas] pero esos momentos maravillosos -que al final es amor, con un amigo o una amiga- los disfruto muchísimo. Hay veces que prefiero eso antes que estar ahí dale que te pego. Que también esta guay.

¿Te molesta cuando las preguntas se centran demasiado en tus hábitos sexuales?
Me cansa un poco pero ¿qué me van a preguntar?, ¿cómo cocino una paella?. Yo creo que la gente quiere saber con respecto a mi trabajo o quiere curiosear de mi vida privada, a ver qué te gusta que te hagan o qué te gusta hacer. Es una pregunta un poco comodín. A mí, si me gusta una persona y veo una entrevista, quiero saber un poco más allá de eso. Esas preguntas no es que me molesten pero es como que siempre sopa. Me gusta que me pregunten más de mí o que me hagan preguntas locas.
¿De donde viene esa fijación con los conejos?
[Risas] Los conejos son mi familia y el que quiera pensar que estoy loca que se vaya a la mierda. Hay gente que tiene familias que son una puta mierda porque el ser humano en sí es bastante egoísta. Mis padres me han querido mucho pero también han cometido sus errores, yo me vine acá sola… Uno va buscando amor y yo he encontrado en los conejos muchas cosas. Sobre todo amor pero he encontrado inocencia, protección, compañerismo, diversión, comprensión… Voy a mi casa y al final quién está al pie del cañón son mis conejos porque viven conmigo, pero es como si viviese con un hermano. Yo soy una persona muy maternal, muy líder, muy guerrera, entonces cuando llego a casa me siento abrazada por ellos, me siento contenida. Cuando una persona es fuerte no lo es siempre, hay veces que tienes ganas de que alguien te abrace, como ese calorcito de mamá. Yo me siento así y también hago lo mismo con ellos. Es recíproco.
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
A veces cocino. Soy un poco vaga porque, como vivo sola, hay veces que digo «bah» pero otras me da por ponerme y me sale normalmente bien. Me gusta crear cosas, lo que pasa es que siempre estoy trabajando, soy una enferma del trabajo. Me gusta cantar, me gusta tocar la guitarra, aprenderme cosas o hago un acústico… También coso. De niña era tan pobre que mi madre no tenia dinero para comprarme ropa. Yo veía las series, recuerdo que veía «Girls Of The Playboy Mansion» y me compraba la tela, me sacaba mis medidas y me hacia unos vestidos… Las primeras faldas eran una puta mierda, se veían las hilachas. Mi madre me decía «¿Dónde vas con esos trapos?» y yo le contestaba «Déjame, soy feliz. Soy original» [risas]. Me encantan las películas. No te puedo decir un género, generalmente me gusta el cine de terror, el gore, basado en hechos reales, las acción, las de guerra… tengo un gusto un poco a tope. Con la música me pasa lo mismo, me gusta mucho el rock alternativo y los acústicos, escucho eso cuando quiero estar tranquila en casa, pero el estilo que más me gusta es el rock y un poco el hip-hop. Depende el momento, pero yo soy rockera.
Muchas gracias, Blondie