En 1991, el novelista Kōji Suzuki (conocido también como el Stephen King japonés), sembró la semilla de lo que posteriormente se convertiría en una de las sagas más prolíficas del terror asiático. Sin embargo es muy probable que jamás hubiésemos oído hablar de ella si no hubiese sido por la excelente adaptación cinematográfica que realizó en 1998 el director Hideo Nakata y que, premios aparte, en su país actualmente sigue reconocida como la película más aterradora que jamás haya parido el cine japonés. Y por último, aunque esto ya se trate del clásico oportunismo americano, el remake de Gore Verbinski en el 2002 se encargó de darle la difusión mundial que probablemente de otro modo nunca hubiese tenido. Por si alguno aún no lo ha cogido, estoy hablando de ‘The Ring‘.
Conocer la historia en este orden hubiese sido idílico, lamentablemente en mi caso la cronología se desbarajustó un poco: pese a haber visto mil veces la portada del film de Nakata en los estantes del videoclub, con los laureles del Festival de Sitges identificándola como mejor película en la edición de 1999, no fue hasta que se estrenó la versión de Verbinski que me decidí a alquilarla y básicamente lo hice en un arrebato reivindicativo contra esa mala costumbre que tienen los yanquis de coger un film foráneo de éxito, enchufarle presupuesto, cambiarle los actores y lucrarse vendiendo la misma historia (véase ‘Vanilla Sky’ o ‘Quarantine’ por poner un par de ejemplos al azar).
Qué poco me podía imaginar que con ese acto se activaría un resorte en mi cerebro que me convertiría en fan declarado y consumidor habitual de terror asiático (incluso durante bastante tiempo corrió por casa una muñeca Rosaura con un camisón blanco y peluca negra en homenaje a la protagonista del film).

Posteriormente tuve ocasión de leer la novela de Suzuki gracias a la traducción del editorial Mondadori (que ya se podrían enrollar y seguir con el resto) e incluso me hice con una edición especial del DVD que incluía el libro ‘The Ring. Una Mirada al Abismo‘ donde Julio Angel Olivares Merino sometía la película a un exhaustivo análisis (aunque nada que ver con las suculentas ediciones remasterizadas que corren por el extranjero y que aquí no las veremos ni en pintura…).
La cuestión es que el tema vuelve a estar candente gracias a ‘Sadako 3D‘, un film estrenado este año que recupera de nuevo la maldición de la niña de melena rebelde aprovechándose además del filón efectista de las nuevas tecnologías tridimensionales, y que recientemente he tenido oportunidad de ver (así como todos aquellos que acudieron a su proyección en la última edición del Festival de Sitges). Pero antes de hablar de ella, permitidme haceros un poco de retrospectiva al respecto.
‘RINGU’ (1998) de Hideo Nakata
Estrenada en España bajo el nombre de ‘The Ring. El Circulo‘ nos cuenta la historia de Reiko Asakawa, una periodista y madre soltera que investiga el fallecimiento de su sobrina en circunstancias misteriosas. En el transcurso de la investigación descubre que hay otras victimas que murieron exactamente en el mismo momento y que todas ellas están relacionadas con el visionado de un vídeo que se supone maldito. Desconfiando de la veracidad de esta leyenda urbana, finalmente localizará el vídeo, contagiándose de un mal que promete acabar con su vida en un plazo de siete días. La cosa se complicará cuando, por descuido, su propio hijo Yoichi sea infectado también. Junto con la colaboración de su amigo, el profesor Ryuji Takayama (que posteriormente se descubre que es el ex-marido de Asakawa y padre de Yoichi), librarán una contrarreloj para descubrir el origen de la maldición y el modo de sortearla, lo cual les llevará a dar con la triste historia de Sadako, una extraña niña con poderes psíquicos, asesinada por su padrastro y lanzada al interior de un pozo.
Este film es una lección magistral de cómo realizar buen terror sin mostrar una sola gota de sangre y además cuenta con uno de los clímax más intensos y espeluznantes que he tenido ocasión de presenciar, dejando un final abierto y malrollero en el que se descubre que la única manera de sobrevivir a la maldición es realizando un duplicado de la cinta y mostrársela a otros (ALERTA SPOILER).
La novela cuenta con algunas diferencias curiosas. En primer lugar Asakawa es un hombre y la persona que colabora con él es un amigo bastante rarito obsesionado con las conspiraciones, OVNIS y sucesos paranormales. También el personaje de Sadako es más rico y cuenta con detalles tan interesantes como que sufre de síndrome de insensibilidad a los andrógenos y en el momento de su muerte estaba contagiada de viruela, siendo su muerte consecuencia directa en la erradicación de la enfermedad en Japón (lo cual es relevante ya que de algún modo equipara su maldición a una infección vírica).
‘RASEN’ (aka ‘SPIRAL’) (1998) de Jôji Iida
El mismo año del estreno de ‘Ringu‘ se adaptó ‘Rasen‘ (también conocida como ‘Spiral‘), segunda novela de la saga de Kōji Suzuki, la cual nos sitúa un día después de los acontecimientos del primer libro y centra la acción en Ando Mitsuo, un patólogo forense atormentado por el fallecimiento de su hijo (en la novela, de su esposa) y el encargado de realizarle la autopsia a Ryuji Takayama. En el transcurso de este proceso descubre que su muerte fue causada por un virus que, de algún modo, se transmite con el visionado del vídeo maldito y crea un tumor en la garganta del infectado causándole la muerte por asfixia tras siete días.
Muchas paranoias por medio, finalmente se descubre que el propio Takayama se sirivió de sus poderes psíquicos para manipular la maldición, con intención de resucitar re-vigorizado con los poderes de Sadako y también para vengarse de la sociedad que durante toda su vida lo marginó (no preguntéis… muchas mierdas imposibles de resumir en un párrafo). Finalmente, sucumbido ante el potencial de esta nueva cepa del virus y ante la posibilidad de recuperar a su hijo, Mitsuo condena el futuro de la Humanidad dando difusión al nuevo virus (que ahora también se contagia leyendo).
En realidad ‘Rasen‘ no se filmó posteriormente a ‘Ringu‘, sino que ambas se hicieron simultáneamente, en una maniobra del estudio con intenciones de potenciar la recaudación aprovechándose de la que por aquel entonces ya era una exitosa novela que incluso contaba con su propia serie de TV (‘Ringu:Kanzen-ban‘). Ambas fueron realizadas por el mismo equipo de producción y algunos miembros del reparto, pero con diferentes guionistas y directores. Mientras que ‘Ringu‘ fue un enorme éxito, ‘Rasen‘ fue un fracaso tan sonado que obligó al estudio a rodar una nueva secuela dirigida por Nakata para quitarle el mal sabor de boca a los aficionados.
‘RINGU 2’ (1999) de Hideo Nakata
Presentada como la secuela oficial de ‘Ringu‘ y con un argumento totalmente original y ajeno a las novelas de Suzuki, este film se desarrolla pocos días después del final de la primera. El protagonismo recae en esta ocasión sobre Mai Takano, la ayudante (sospechosamente íntima) de Ryuji Takayama, que tras descubrir el cadáver de su mentor decide investigar los motivos de su extraña muerte ayudada por un periodista compañero de Reiko Asakawa, que a su vez investiga la desaparición de esta y su hijo Yoichi.
Con un enfoque más fantasioso que en la primera parte, el quid de la historia es que todos aquellos que han sobrevivido al visionado del vídeo maldito de algún modo siguen afectados bajo la influencia maligna de Sadako, y en concreto el pequeño Yoichi en el que esta influencia es especialmente intensa, gracias a cierto potencial psíquico heredado de su padre (habilidades a las que sutilmente se habían hecho referencia en el primer film y que también tiene Takano).
Pese a que el argumento puede pecar de demasiado rebuscado, el buen hacer de Nakata consigue mantener un nivel muy aceptable durante todo el film, con algunos momentos que despuntan auténtico mal rollo. Y me refiero específicamente a una escena en la que seremos testigos de cómo cierta parte del vídeo maldito cobra matices inesperados en una visión experimentada por Mai Takano.