Hace casi un año que se venia fraguando la posibilidad de asistir a un rodaje del actor y director Pablo Ferrari (actual proveedor de material para Cumlouder o Private, entre otras) y, tras posponerlo en varias ocasiones por incompatibilidades de agenda, hace unas semanas finalmente llegó el tan ansiado momento. La cita fue en Palà de Torroella, un bonito paraje ubicado en un valle de la Cataluña central donde el director palentino tenia intención de llevar a cabo su última genialidad: una adaptación cochina del célebre cuento infantil «Hansel y Gretel». Para los papeles principales Pablo Ferrari contaba con Alberto Blanco, la joven debutante Jade Presley (nueva propuesta de la factoría Lapiedra) y la famosa webcammer Sofia Star. El resto del equipo estaba formado por los cámaras Javi y Zor Neurobashing (este último responsable también de las producciones de Public Disgrace en España), la maquilladora Soraya MakeUp y la ayudante de producción Raquel.
Si sois seguidores del trabajo de Pablo Ferrari seguramente habréis reparado en que sus producciones destacan por una serie de características muy concretas: el argumento (siempre hay un plot, por simple que sea, donde la comedia suele estar patente), la calidad (es muy exigente en este aspecto, sobre todo con la iluminación) y finalmente, siempre que puede, encadena sus escenas creando historias más extensas. Esta vez no iba a ser diferente. De hecho la noche anterior a mi llegada ya habían rodado un lésbico entre Jade Presley y Sofia Star y ahora tocaba ocuparse de toda la parte argumental y de dos escenas sexuales más: una entre Alberto Blanco y Sofia Star y un trío entre Jade Presley, Sofia Star y el propio Pablo Ferrari.
La jornada dio comienzo en la espesura del bosque, un escenario maravilloso pero de difícil acceso que complicó bastante la tarea de transportar el equipo. Además el frío y la humedad afectaron al funcionamiento de la grabadora de sonido y hubo que improvisar con la mía (confiemos en que haya quedado bien). Sin embargo todo esto no fueron más que minucias en comparación con el verdadero escollo: las limitaciones interpretativas de algunos actores. En este aspecto lo que más me sorprendió fue la destreza con la que Pablo Ferrari gestionó la situación; inflexible y exigente pero sin mostrar un ápice de nerviosismo, ni una mala respuesta. Lamentablemente, por muy buena voluntad que le pusieran todos, el tiempo jugaba en nuestra contra y estos retrasos hicieron que nos diesen las dos de la tarde. Sin tiempo para comer, trasladamos los bártulos a la bodega de la masía donde continuaría el rodaje.
Otra dificultad a la que nos enfrentábamos es que, al estar rodeados de montañas, solo disponíamos de unas pocas horas de luz. Tras terminar rápidamente con los exteriores llegó el turno de la escena sexual entre Alberto Blanco y Sofia Star, que comenzó con una tremenda mamada en la puerta de la casa para posteriormente seguir dentro, donde habían improvisado una especie de mazmorra. Después de un buen rato de fornicio, en una de las paradas técnicas para cambiar baterías y vaciar las tarjetas de memoria, no pude resistirme y le pregunté a Alberto Blanco por su secreto para aguantar tanto sin correrse. Su respuesta, en parte obvia, me resultó totalmente esclarecedora; para los que follamos ocasionalmente nos cuesta entender cómo un hombre pueda tener delante a semejantes pibones y no irse en un suspiro sin embargo, cuando esta es tu rutina diaria durante siete años, aprendes a regular la excitación distrayendo la mente.
Finalizado el polvo entre Alberto Blanco y Sofia Star afuera ya reinaba una oscuridad total. Había que recolocar los focos en el nuevo escenario y ocuparse del resto del material argumental. Entonces reapareció el fantasma de las carencias interpretativas, sin embargo esta vez el cansancio, el frío y el nerviosismo hizo que el equipo no lo encarase con la misma filosofía que al principio. La faena debía acabarse esa misma noche porque no había presupuesto para alquilar la masía un día más, ni tiempo en la apretada agenda de Pablo Ferrari. Por parte de los actores cabe destacar que ellos cobran una cantidad fija por escena, independientemente de lo que se tarde en hacerla, y esa filmación ya se estaba alargando demasiado. Sin embargo, a pesar de que todos tenían motivos de sobra como para estar crispados, hicieron gala de una profesionalidad encomiable y la secuencia se saldó de forma más que satisfactoria.
Desafortunadamente, cuando tocaba ponerse manos a la obra con el trío, me vi obligado a poner fin a mi visita; tenía los pies húmedos desde la mañana, estaba congelado y todavía me quedaba por delante un largo trecho hasta regresar a casa. Además mi aventura con Pablo Ferrari aún no había terminado, mañana sería un nuevo día y nos esperaba un nuevo rodaje…
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