En el set con Virtual Taboo

Uno de los retos que nos hemos planteado este año es el de ampliar nuestro abanico de experiencias para poder contaros nuevos e interesantes secretos sobre la industria del entretenimiento para adultos y, gracias a la buena gente de Virtual Taboo, nos alegra proclamar que ya podemos tachar el primero de la lista: asistir al rodaje de una escena para dispositivos de Realidad Virtual. Tras haber estado presentes en varias filmaciones de porno convencional teníamos muchas dudas con respecto a este formato: ¿se grabaría de forma muy diferente? ¿qué tecnologías utilizarían? ¿cuales serían las dificultades más frecuentes con las que tendrían que lidiar?. Pero vayamos por partes…

Estamos en Sitges, concretamente en la casa de Juan Lucho, un lujoso chalet donde el actor catalán ha establecido su centro de operaciones, el cual también alquila como ubicación para rodajes de terceros. Por parte de Virtual Taboo el equipo está compuesto por Marcos López (director), Hèctor (cámara e iluminación), Pol (sonido), Diana (ayudante de producción) y, atentos, Noemilk aunque en esta ocasión ejerciendo solo como maquilladora. Haciendo honor al nombre de la productora, el menú del día está compuesto por un escarceo incestuoso entre una madrastra (interpretada por la pornstar internacional Anissa Kate) y el holgazán de su hijastro (el ya mencionado Juan Lucho).

Comienza la jornada y la parte burocrática (contratos, intercambio de test sanitarios…) ya la conocemos pero cuando despliegan el arsenal técnico -en su mayoría para iluminación- flipamos en colores; Hèctor coloca dos enormes pantallas de fluorescentes apuntando hacia el sofá donde tendrá lugar la acción, además de una tercera en el piso superior para iluminar el fondo de la sala. Marcos, a su vez, comenta los pormenores del guión con los actores, se ensaya un poco los diálogos y se disparan algunas fotos.

Juan Lucho y Anissa Kate, en el set con Virtual Taboo 2

El vídeo se registrará con dos cámaras pero, al contrario que ocurre en el cine convencional, estas no se utilizan para captar diferentes planos sino que las dos se colocan frente a la cara del actor para conseguir el efecto estereoscópico de la visión humana (recordemos que el espectador lo verá todo en primera persona). Evidentemente no se trata de cámaras normales, en el caso de Virtual Taboo utilizan mini cámaras con objetivos especiales montadas en un kit ceferino personalizado (y hasta aquí puedo leer dado que las productoras son muy recelosas con este tipo de secretos). Otra particularidad de estas filmaciones es que la cámara permanece fija en todo momento y el actor debe moverse lo menos posible de cintura para abajo, complicando enormemente el acto sexual y obligándolo en ocasiones a follar en posturas realmente incómodas.

El sonido también guarda un protagonismo tremendamente importante, hasta el punto en que solo se debe poder escuchar a la actriz (o, en su defecto, a quien tengamos delante cuando nos pongamos las gafas). De todo ello damos cuenta cuando, justo antes de empezar a grabar, Marcos nos recomienda que busquemos una posición cómoda porque vamos a tener que estar así durante un buen rato. Pol incluso se ha descalzado.

El director grita ‘acción’ y la escena se sucede de forma previsible: un poco de comedia, donde Juan Lucho es sorprendido masturbándose por Anissa Kate, para posteriormente pasar al sexo donde ella toma la iniciativa. Se hacen algunas posturas en el sofá procurando utilizar el menor número posible de tomas –blowjobcowgirlreverse cowgirl– después se decide continuar en el dormitorio, lo cual implica trasladar todo el equipo (que no es poco). Allí se lanzan algunas fotos más y se sigue con el sexo; un misionero y un doggy que terminará en cream pie vaginal (eyaculación interna). A pesar de lo sugerente de la situación se nota que Juan Lucho no está disfrutando, su postura es anti natural y la cámara le impide ver nada en absoluto. Sin embargo, como gran profesional que es, consigue sacar el trabajo adelante. La escena en pantalla tendrá una duración de treinta minutos escasos, en su filmación han sido necesarias siete horas de trabajo y aún tiene que pasar por edición y montaje.

De regreso a casa analizamos todo lo aprendido concluyendo que, si rodar porno ya es una tarea más compleja de lo que la gente piensa, hacerlo en VR es un grado de dificultad añadida. Algo que sin duda valoraremos mucho más a partir de ahora cada vez que nos pongamos las gafas para poder disfrutar de la experiencia de ser un actor porno.

Agradecimientos especiales a Marcos López y al equipo de Virtual Taboo por permitirnos participar en esta experiencia y a Juan Lucho por su hospitalidad